Introducción
Pocas delicias caseras pueden compararse con el placer de unas donas recién hechas, esponjosas y con ese aroma inconfundible que evoca momentos felices. Esta receta de masa para donas te permitirá crear desde cero estas populares rosquillas, ya sea en su versión clásica frita o en una alternativa horneada un poco más ligera. Prepararlas en casa es una experiencia gratificante que te permitirá controlar los ingredientes y personalizarlas a tu gusto.
Con esta base, podrás explorar un mundo de coberturas y rellenos, convirtiendo cada dona en una pequeña obra de arte comestible.
Descripción
Las donas elaboradas con esta masa se caracterizan por tener un interior increíblemente suave y esponjoso, gracias a la acción de la levadura y la riqueza de los ingredientes como la mantequilla y los huevos. Si optas por freírlas, obtendrás un exterior dorado y ligeramente crujiente, mientras que la versión horneada ofrecerá una textura más tierna y parecida a un bizcocho.
La masa en sí tiene un dulzor sutil, lo que la convierte en el lienzo perfecto para una amplia variedad de glaseados, azúcares o rellenos. Ya sea en su forma clásica de anillo o como berlinas redondas, estas donas caseras son una tentación.
Historia y Origen de las Donas
La historia de las donas, o doughnuts, es rica y variada, con precursores de masas fritas que se remontan a tiempos antiguos en diversas culturas. Sin embargo, se considera que las “olykoeks” (literalmente “pasteles de aceite”) llevadas a América por los colonos holandeses en el siglo XVII son un ancestro directo de la dona moderna. Estas eran bolas de masa endulzada fritas en grasa de cerdo.
La icónica forma de anillo se atribuye popularmente a Hanson Gregory, un capitán de barco estadounidense, a mediados del siglo XIX. La leyenda cuenta que perforó el centro de la masa para solucionar el problema de que el interior quedara crudo mientras los bordes se cocinaban demasiado, o para poder ensartarlas en el timón del barco. Las donas ganaron enorme popularidad en Estados Unidos, especialmente tras la Primera Guerra Mundial, en parte gracias a las “Doughnut Lassies” del Ejército de Salvación, quienes las preparaban para los soldados en el frente.
