Introducción
La Tarta de Queso de La Viña es un verdadero icono de la gastronomía española, con su origen en el corazón de San Sebastián, en el País Vasco. Con su textura inconfundiblemente cremosa y un sabor profundo y característico a queso caramelizado, esta tarta se ha ganado un lugar muy especial y destacado en el mundo de la repostería. Su fama internacional comenzó en el conocido bar de pintxos “La Viña”, donde sigue siendo un postre imprescindible tanto para los locales como para los turistas que visitan la ciudad.
Hoy te compartimos la receta que se aproxima a la original para que puedas preparar esta joya culinaria en la comodidad de tu hogar. Aunque es sorprendentemente sencilla y utiliza ingredientes accesibles, el resultado es digno de un chef profesional. Desde el primer bocado, te transportarás al vibrante ambiente del casco viejo de San Sebastián.
Descripción
La Tarta de Queso de La Viña se distingue por su apariencia rústica y singular, notablemente diferente a las tartas de queso convencionales. Presenta una superficie de un color marrón oscuro, casi quemado, resultado de la alta temperatura de horneado, que le aporta notas caramelizadas y una ligera complejidad de sabor. En contraste, su interior es extraordinariamente cremoso, suave y casi fundente, especialmente cuando se permite que repose adecuadamente.
Una de sus características más distintivas es la ausencia de una base de galleta o masa, permitiendo que el sabor puro del queso horneado sea el protagonista absoluto. Su perfil de sabor es una deliciosa mezcla de dulzor equilibrado, la acidez característica del queso crema y las notas tostadas de su exterior.
Historia y Origen del Tarta de Queso de La Viña
Como su nombre indica, esta tarta de queso tiene su cuna en el bar-restaurante La Viña, situado en la Parte Vieja de San Sebastián, un establecimiento famoso por sus pintxos y su ambiente tradicional. Fue aquí donde, hace ya varias décadas, se empezó a elaborar esta particular tarta que, con el tiempo, trascendió las fronteras del local y de la ciudad, convirtiéndose en un fenómeno culinario a nivel mundial. Es comúnmente conocida internacionalmente como “Basque Cheesecake” o “Burnt Basque Cheesecake”.
La clave de su éxito radica en su simplicidad y en su método de cocción a alta temperatura, que le confiere esa capa exterior oscura y caramelizada, casi quemada, y un interior increíblemente cremoso. A diferencia de otras tartas de queso, no busca la perfección lisa y pálida, sino que abraza sus imperfecciones rústicas, como las grietas o los bordes irregulares formados por el papel de hornear.